domingo, 31 de enero de 2021

El tsunami de Boca de Apiza


                                                         Autor: Carlos Gómez Mayo 

El 19 de enero del año 1900, a las 11 horas con 45 minutos de la noche, la costa del Pacífico mexicano se estremeció a causa de un fuerte terremoto de tipo oscilatorio-trepidatorio, con una magnitud de 7.4 grados y una duración de 1 minuto, 15 segundos.

En la ciudad de Colima, muchas viviendas se derrumbaron y otras mas, sufrieron severas cuarteaduras.

Murieron 7 personas y 60 más resultaron lesionadas.

En Coalcomán , Michoacán; la cúpula del templo se cayó y varias casas cercanas a la iglesia también fueron seriamente dañadas, calculando las pérdidas totales en  60.000 pesos.

En el pueblo de Coahuayana, perteneciente al mismo estado, la iglesia se derrumbó y bajo los escombros de ella, encontraron al día siguiente a una persona muerta; varias casas más,  también cayeron al suelo estrepitosamente.

Pero en Boca de Apiza, un pequeño rancho, situado a doce kilómetros de distancia de Coahuayana, sucedió algo terrorífico y extraordinario.

El mar se recogió a más de 2 kilómetros de distancia de la playa, y después regresó en forma de olas gigantescas, que sucesivamente, en más de cuatro ocasiones, salieron a tierra hasta a una distancia cercana a 3.000 metros, arrasando con casas, árboles y todo aquello que encontraban a su paso.

A este fenómeno natural se le conoce actualmente como el tsunami de Boca de Apiza.




martes, 26 de enero de 2021

El tesoro del templo de la Merced


                                                            Autor: Carlos Gómez Mayo

Cuando era niño, me gustaba escuchar las leyendas que por generaciones, han pasado en forma oral de padres a hijos en nuestra familia.

Mi  bisabuelo Brígido ejerció el oficio de arriero durante varios años hace mas de un siglo y en sus constantes viajes desde Coahuayana hasta la ciudad de Colima y viceversa; llevando algodón y tabaco y trayendo al regreso telas y azúcar, se entero de muchas historias y leyendas, entre ellas la de un tesoro escondido.

Mi abuelo se la conto a mi madre y ella me la comunicó a mí, hace 40 años.

La guarde en mis recuerdos y el día de ayer, por accidente; al leer un periódico antiguo, comprobé que aquel hecho que parecía mentira, era una realidad indiscutible.

El tesoro ¡existe! y esta dentro de una piedra hueca del cimiento del templo de la Merced.

El 18 de abril de 1871, la Sociedad Católica, encargada de la construcción del inmueble, invito como padrinos de la colocación de la primera piedra del templo, al señor cura Ramón Arzac, al gobernador constitucional Don Ramón R. de la Vega, al C. Francisco Santacruz, gobernador sustituto; al C. Miguel Bazán, presidente municipal; al C. Antonio Gamiochi, jefe político; al Gral. Gregorio Saavedra y a los CC. Antonio Orozco, diputado; y Alejandro Béjar.

Dos bandas de viento amenizaban el ambiente con sus melodías frente a una numerosa concurrencia de familias pertenecientes a la alta sociedad.

A la vista de todos se realizó la colocación del tesoro.

Cruces, cadenas, monedas de oro y de plata, anillos y arracadas, fueron donadas y colocadas dentro de la roca y antes de que la sellaran, también se pusieron en su interior, la lista de maestros y alumnos del seminario que participaban en la construcción, la de los miembros de la Sociedad Católica y el acta con los nombres de las autoridades presentes en el acto.

Después se bendijo la piedra y se coloco en el cimiento y al finalizar el homenaje, todos volvieron a sus hogares.

Años más adelante, el templo se termino de construir, para esas fechas, la mayoría de los que asistieron al acto mencionado habían muerto y se llevaron con ellos a la tumba el secreto del lugar exacto en el que está colocada la piedra del tesoro,

Crédito fotográfico: Claudette Beal, página de Facebook Colima Antiguo.

domingo, 17 de enero de 2021

El hombre más culto de Colima en el siglo XVII

 


                                                  Autor: Carlos Gómez Mayo


En el año de 1596 se avecindó en la Villa de Colima, un soldado español llamado Jerónimo de Avalos Vergara.

Por extraños azares del destino, conoció a doña Catalina de Grijalba; una mujer joven y viuda que vivía acompañada de su hija en la casa que les dejo su extinto marido Bernaldino de Alcalá.

La amistad se transformó en amor y en 1598 se casaron y un año más adelante su felicidad fue completa, cuando nació un hijo de ambos al que pusieron por nombre García de Avalos Vergara, sin conocer -en ese momento- que con el transcurso del tiempo ese niño pequeño se convertiría en el hombre más culto y educado de toda la provincia y en el segundo personaje más importante del antiguo Obispado de Michoacán.

Existen muchos documentos firmados por él en los archivos eclesiásticos en los que firmó con el apellido Dávalos Vergara, pero son dos los que nos aportan datos históricos de verdadera relevancia, el más famoso es sin lugar a dudas la Descripción del Obispado de Michoacán, redactada en 1639, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España, entre los documentos compilados por fray Juan de la Calle, un documento de cinco páginas, en el que explica en forma muy breve los ingresos del obispado, los nombres de los partidos o curatos, los conventos existentes y añade cuáles zonas tenían mayor o menor cantidad de población española e indígena.

El otro documento es muy rico en información familiar y personal y además nos brinda la oportunidad de conocer la zona en la que se desempeñó como visitador y juez eclesiástico.

Este último expediente presentado ante el Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Morelia, fechado el 13 de marzo de 1623, cuando realizo su oposición para recibir el beneficio de Capaquaro es el que transcribo a continuación.


El doctor García Dávalos Vergara, clérigo presbítero, natural de la Villa de Colima de este Obispado de Michoacán, como mejor lugar haya de derecho, comparezco ante ustedes en su cabildo (sede vacante) de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad de Valladolid y digo que yo me opuse en tiempo y en forma al beneficio curado del pueblo de Capaquaro que esta vacío conforme al edicto de vuestra ilustrísima ante quien comparecí personalmente y he sido examinado en la habilidad y suficiencia necesaria para la administración de dicho beneficio y por ella y por concurrir en mi persona todos los demás requisitos y calidades que disponen el Santo Colegio Tridentino y la Dirección Apostólica de este Obispado, y la cédula del Real Patronazgo de su majestad debo ser preferido (justicia mediante) a los demás opositores que vuestra ilustrísima hiciere al excelentísimo virrey de la Nueva España porque yo soy sacerdote hijo patrimonial y originario de este obispado; de padres, abuelos y bisabuelos nobles, cristianos viejos e hijosdalgo notorios y de ejecutoria litigada en la Real Cancillería de Valladolid de los Reinos de Castilla y beneméritos porque Garci Rodríguez mi bisabuelo paterno fue uno de los primeros pobladores de esta Nueva España y de México y conquistador de las partes del Reino de Galicia (Jalisco) y siete ciudades de Cíbola donde sirvió a su majestad con sus armas y caballos y criados a su costa y riesgo como consta todo por estas informaciones hechas por la Real Audiencia de México con citación del fiscal de su majestad para enviarlas al Real Consejo de Indias de que hago demostración = y de parte de mi madre doña Catalina de Grijalba y sus abuelos y bisabuelos de gente principal y que poblaron y ganaron las provincias de Oaxaca, las de Colima y provincia de Avalos y que el capitán Juan de Grijalba fue el primero que descubrió las Indias como es publico y notorio en este obispado y por tal lo alego”.


Después de leer esta parte del expediente en la que habla de su genealogía, pasemos a los siguientes párrafos en los que pone de manifiesto su preparación académica.


Y porque yo por mi persona me he empleado y ocupado desde mi niñez en los estudios de la Compañía de Jesús y Real Universidad de México con asistencia continua y cuidadosamente, siendo como soy buen latino y retorico y cumplidos los cursos en la Facultad de Artes y Filosofía fui graduado en ella de presbítero por suficiencia y riguroso examen, y asimismo, habiendo oído y cursado cánones y leyes recibí los grados de Bachiller en ambas facultades, habiendo tenido muchos actos públicos en ambos derechos con grande aplauso y aprobación de la Real Audiencia que asistió a ellos y de los doctores y maestros de la dicha Real Universidad, después de lo cual hecha la repetición (cumplida la pasante) con licitud y examen riguroso me gradúe en la Facultad de Cánones de Licenciado con general aprobación del claustro de ella y luego incontinenti recibí el grado de Doctor de la dicha Real Universidad como todo lo he dicho y cada cosa de ello consta por los testimonios auténticos que están insertos en las dichas informaciones a foja treinta y tres, y por otro testimonio suelto de los dos últimos que presente y por los dichos de los testigos a la octava y novena pregunta.
Ítem. Alego por calidad considerable como lo es que en la vacante de la Canonjía Doctoral de la Santa Iglesia de Tlaxcala por el año pasado de seiscientos y uno ( léase 1621 cuando tenía 22 años de edad) a que concurrieron otros ocho doctores eruditos me op
use a ellos, y siéndome señalados puntos de 24 horas para leer licitud de oposición, la leí públicamente la ley por espacio de una hora entera por ampolleta y respondí a todos los argumentos que me fueron puestos por los demás opositores y en los dichos días y en los otros días se los puse yo a ellos con aplauso y alabanza general como consta por el testimonio auténtico del secretario que se presento y en el examen que vos ha hecho de mí satisface bastantemente en la latinidad y materia de sacramentos.


. Sobre su confiabilidad y experiencia en el desempeño de un cargo escribió lo siguiente:

“Ítem. Por el año pasado de seiscientos y veinte, fui proveído por comisión del obispo, que sea en gloria, por su visitador de la Villa y Provincia de Colima y Valles de Alima y Cajitlán, Motines y Maquili y sus pueblos, iglesias y hospitales; cofradías, testamentos, clérigos y mercedarios por la satisfacción que tenía de mi persona, letra y rectitud y con ella hice la dicha visita, loablemente; como consta de la provisión y testimonio de haberla hecho y ejercido, que está inserta en las dichas informaciones a fojas treinta en la segunda plana.

Asimismo he servido y me he ocupado en la administración de los santos sacramentos a españoles e indios y de la justicia eclesiástica siendo como he sido cura y lugarteniente del Beneficio de la Iglesia Mayor y Villa de Colima que es de mucho número de españoles e indios, del pueblo de Tequilistlan por saber su lengua mexicana que allí se habla y no otra – y asimismo he sido vicario, juez eclesiástico incapite de otras provincias circunvecinas con amplia facultad como consta en la dicha memoria y provisión original que he presentado ante vuestra santidad con testimonios para que se me paguen novenos que me pertenecieren por la dicha administración”.

En todos los cargos he dado loables resultados, así en ellos como asistiendo a la ciudad de México, he vivido siempre honesta y recogidamente con buena vida, ejemplo y fama, sin queja de alguno, ni nota de mi persona como consta en las dichas informaciones y testigos de mayor excepción a la onceava pregunta de sus disposiciones y a vuestra ilustrísima y a todos los señores de su cabildo por fama y relaciones y es público que por cartas de pocos días a esta parte de la justicia y regimiento y de particulares de la dicha villa y provincia de Colima, aprobando y testificando; mi vida, costumbres y buen proceder, escritas a vuestra Santidad que por su propio lo mande advertir en esta calidad. Y no debe de obrar para que vuestra Santidad no me haga honra y merced conforme a las dichas calidades, el no saber la lengua tarasca del dicho partido, pues los estudios y cargos que he tenido donde no se habla, no han dado lugar a estudiarla; mayormente que su majestad por sus reales provisiones y presentaciones como patrón concede siempre un año para aprenderla y en menos tiempo si fuese proveído la sabré muy bien, teniendo conmigo y a mi costa, sacerdote perito y aprobado en ella como se ha usado con otros, además de que los dichos opositores no la saben cumplidamente, sino algunos principios estudiados de pocos meses a esta parte como es público y notorio, atento a lo cual -.

A vuestra Ilustrísima, pido y suplico, se sirva de preferirme conforme a las dichas calidades, expresándolas en la dicha nómina y vista mandar que se me devuelvan las informaciones para salvaguardar mi derecho que con ello recibiré bien y merced y con justicia lo pido”.

Firma, García Dávalos Vergara.


Los miembros del cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Morelia le negaron el puesto de sacerdote del beneficio de Capaquaro porque ya tenían destinado para él, un lugar de mayor jerarquía, un cargo de Canónigo, que lo colocaba a la misma altura que ellos y en uno de los diez eclesiásticos más importantes del extenso Obispado de Michoacán.
A pesar de su juventud se mantuvo quince años en ese puesto, pero en 1639, tras el fallecimiento del obispo Francisco de Ribera (5 de septiembre de 1637) y la elección de fray Marcos Ramírez de Prado y Ovando (30 de mayo de 1639) quiso el destino que al entregar la Descripción del Obispado de Michoacán que escribió para el nuevo obispo como un medio de información, recibió como premio el ascenso a Deán que lo ponía en el segundo lugar de importancia dentro de la curia michoacana.
Desde 1640 hasta 1654 se mantuvo en ese cargo y en 1655 llegó al pináculo de su carrera sacerdotal cuando recibió el nombramiento por parte del rey como obispo de la diócesis de León de Nicaragua un cargo que desgraciadamente no logró ejercer porque la muerte lo sorprendió un poco antes de que llegará la Bula Papal que ratificaba su nombramiento.

Escribí esta crónica para que la gente del estado de Colima, se entere de la existencia de uno de sus hombres más valiosos, un hombre que vivió hace cuatro siglos y que no merece estar sepultado bajo el polvo del olvido.

Espero con esta breve reseña, haber alcanzado mi propósito.

Crédito fotográfico:

JustitoElNotario en Pixabay



lunes, 4 de enero de 2021

Historia del cultivo del arroz en el occidente de México




El arroz (Oriza Sativum L.) es una planta originaria del continente asiático y es la tercera de las gramíneas de mayor cultivo y consumo en México.

Los documentos más antiguos que mencionan su comercialización en los estados de la Región Bajío de nuestra patria, se encuentran en el Archivo Histórico del Municipio de Colima.

El primero de ellos está fechado el 3 de octubre de 1565, y se refiere al cobro que realiza ante las autoridades, el mercader Pedro López de Herrera en contra de Pero Ávila Quiñones, exalcalde mayor de la Villa de Colima; y entre las mercancías que el demandado recibió y no pago se encuentra “una cuartilla de arroz” con valor de 4 tomines.

Curiosamente, por esa fecha; paso por el Océano Pacífico, frente a las costas colimenses la Nao San Pedro que regresaba del primer tornaviaje de las Islas Filipinas.

Hay que recordar que el día 1 de octubre de ese año, la nao antes mencionada entro al puerto de Navidad (Barra de Navidad, Jalisco) y el 8 de octubre llego a su destino final el puerto de Acapulco, tras recorrer 1892 leguas de travesía en un tiempo de 130 días.

Los otros dos documentos con fechas del 15 de abril de 1570 y del 17 de febrero de 1584, son adeudos de mercancías que adquirió Doña Elvira Ruiz de Monjaraz, la mujer de Andrés de Segura, dueña de la huerta de Zapotlán en el valle de Alima (hoy Zapotán, del municipio de Coahuayana, Michoacán) por diversos artículos entre los que se encontraban “tres libras de arroz” (año 1570) y “cuatro libras de arroz” con valor de 4 tomines la libra (2 pesos, en 1583).

El primero de los tres expedientes, genera dudas sobre la manera en que el arroz llego a poder del comerciante, lo más lógico, es que lo hallan traído del lejano puerto de Veracruz, primero a la ciudad de México y posteriormente a la Alcaldía Mayor de la Villa de Colima y los otros dos nos hacen sospechar de que la compra del arroz, que usaron en la preparación de sus comidas las antiguas mujeres colimenses era desembarcado en el puerto de Salagua, cada año, cuando llegaba el Galeón de Manila.

Siguiendo la pista de la historia del arroz en México; partimos de la ciudad de Colima con rumbo al sureste y después de atravesar todo el litoral michoacano y la mayor parte de la Costa Grande de Guerrero, llegamos al pueblo de Atoyac, situado a 615 kilómetros de distancia.

Muy cerca de allí, a 32 kilómetros en dirección noreste, entre las montañas; se encuentra una ranchería llamada San Francisco del Tibor, fundada supuestamente en 1897 por Don Gumersindo Blanco y su esposa Maria de Jesús, no me atrevo a discutir este punto, porque no existen pruebas que afirmen o desmientan lo que escribió el Sr. Gonzalo Blanco Jaimes (q.e.p.d) a quien respeto y admiro por haber realizado la mejor crónica que existe de su pueblo.

Lo que si es necesario aclarar es que el tibor que encontraron, perteneció a uno de los filipinos que vivieron en el Barrio de San Francisco, antecesor del pueblo actual, del que existen documentos que prueban su existencia entre los años de 1668 y 1723, en esta última fecha se pierde la datación histórica de aquel viejo pueblo de inmigrantes asiáticos que nos dejaron como recuerdo y herencia la técnica agrícola del cultivo del arroz en las montañas, en las que implantaron para lograrlo el sistema de terrazas, que muy probablemente aprendieron en la provincia de Ifugao de su tierra natal.

En el Archivo Histórico del Obispado de Michoacán, se encuentran los libros de diezmos de la Provincia de Zacatula que cubren el período de tiempo de 1630 hasta 1724 y en los que encontramos el dato de que fueron los filipinos Joan Celigan (Juan Saligan en otros documentos), Miguel Jerónimo y Domingo López, todos ellos del Barrio de San Francisco; las primeras personas que sembraron arroz en el occidente de México, durante el período de lluvias de 1688, entregando cada uno en 1689, el diezmo correspondiente que transcribo a continuación.

Miguel Jerónimo, una fanega y tres almudes.

Joan Celigan, una fanega y cuatro almudes.

Domingo López, diez almudes.

Cinco años más adelante, se inició la siembra y cultivo del arroz en las haciendas de los españoles situadas en los valles y planicies de la zona costera y en 1695 dieron los siguientes diezmos.

Siprian de Usabilla, dueño de las Haciendas de San Félix de Atoyac y las de El Rosario y La Soledad entregó 3 fanegas.

Luis de Figueroa, propietario de la Hacienda San Bartolomé de Petatlán, una fanega.

Melchor de Aguilar, dueño de una fracción de la Hacienda de San Luis de Técpan, aportó 4 fanegas.

El cultivo también se realizó en la Hacienda de Tetitlán, en la parte correspondiente a Don Pedro de Miranda.

Para 1723 solamente las rancherías cercanas a Técpan, se dedicaron a este rubro con un mayor rendimiento y cantidad de explotación de terrenos lo que se refleja en las partidas recibidas por el diezmatorio de Zacatula.

Tomás de Salas y su compañero Joseph de la Cruz, aportaron 5 fanegas.

Felipe Camacho 6 fanegas.

Juan de Ordoñez y Joseph Duran 1 fanega cada uno.

Del Estado de Guerrero, las técnicas de siembra, cuidados y cosecha del arroz se dispersaron a las entidades federativas cercanas y después a todo el país.

En la actualidad, todavía algunas pequeñas comunidades dispersas entre las montañas del municipio de Técpan, Guerrero; como Fincas Viejas y El Potrero de Carlos siguen cultivando arroz para el autoconsumo, utilizando pilones de madera para pilar (descascarar) los granos de arroz a la manera antigua, como lo hicieron en 1688, los filipinos Joan Celigan, Miguel Jerónimo y Domingo López que tienen derecho de inscribir su nombre en la historia por haber sido los primeros hombres en cultivar arroz en la Nueva España ahora conocida como México.

Como ya me canse de escribir, en lo que ustedes digieren toda esta información, me sentare a la mesa para disfrutar de una rica comida compuesta por frijoles de la olla, chiles jalapeños, queso y morisqueta, esta última un platillo creado por los filipinos transterrados que con el tiempo se convirtió en una parte de la cultura culinaria de nuestro país.




sábado, 2 de enero de 2021

Las cenizas de Eli de Gortari


 

La playa de San Telmo, ubicada en el municipio de Coahuayana, Michoacán; siempre fue el lugar de descanso favorito del Doctor en Filosofía, Eli de Gortari.

Pocos días antes de morir, le pidió a su familia, que las cenizas de su cuerpo fueran arrojadas al mar, en este lugar que tanto amo.

Eli murió a los 73 años de edad, un 29 de julio y cuatro meses después, el 23 de noviembre de 1991, su esposa Artemisa y siete de sus hijos, vinieron desde la capital de la república, para cumplir su ultimo deseo.

Desde un helicóptero del Ejército Nacional, volando a baja altura, se arrojaban pequeños puñados de cenizas sobre las olas, y en los lugares en que caían, las lanchas de los lugareños, repletas de personas, giraban en círculos, una y otra vez, incesantemente.

Cuando eso concluyó, todos los asistentes, se reunieron en la playa y fueron testigos del homenaje a este ilustre personaje.

Apenas se acabaron los discursos, se procedió a colocar una roca con la leyenda "Eli de Gortari ex rector de la UMSNH, investigador, maestro y luchador de la educación".

En el evento estuvieron presentes el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Daniel Trujillo Mesina; el presidente municipal de Coahuayana, Arnoldo Curiel González, el Secretario del Ayuntamiento, profesor Salvador Ochoa Álvarez y todos los habitantes del pueblo El Ojo de Agua, Michoacán.

Cuando vayas a San Telmo, podrás observar esa placa incrustada entre las peñas del cerro, el ultimo recuerdo que nos dejó uno los lideres del movimiento del 68 y que junto con Heberto Castillo, Taide Aburto Torres y otros más, lucharon para implantar la democracia que ahora tenemos en nuestro país.

Una democracia que se nutrió con sangre porque le costó la vida a más de un centenar de estudiantes de la UNAM, el Politécnico Nacional y otras instituciones educativas de primer nivel.