El
arroz (Oriza Sativum L.) es una planta originaria del continente
asiático y es la tercera de las gramíneas de mayor cultivo y
consumo en México.
Los
documentos más antiguos que mencionan su comercialización en los
estados de la Región Bajío de nuestra patria, se encuentran en el
Archivo Histórico del Municipio de Colima.
El
primero de ellos está fechado el 3 de octubre de 1565, y se refiere
al cobro que realiza ante las autoridades, el mercader Pedro López
de Herrera en contra de Pero Ávila Quiñones, exalcalde mayor de la
Villa de Colima; y entre las mercancías que el demandado recibió y
no pago se encuentra “una cuartilla de arroz” con valor de 4
tomines.
Curiosamente,
por esa fecha; paso por el Océano Pacífico, frente a las costas
colimenses la Nao San Pedro que regresaba del primer tornaviaje de
las Islas Filipinas.
Hay
que recordar que el día 1 de octubre de ese año, la nao antes
mencionada entro al puerto de Navidad (Barra de Navidad, Jalisco) y
el 8 de octubre llego a su destino final el puerto de Acapulco, tras
recorrer 1892 leguas de travesía en un tiempo de 130 días.
Los
otros dos documentos con fechas del 15 de abril de 1570 y del 17 de
febrero de 1584, son adeudos de mercancías que adquirió Doña
Elvira Ruiz de Monjaraz, la mujer de Andrés de Segura, dueña de la
huerta de Zapotlán en el valle de Alima (hoy Zapotán, del municipio
de Coahuayana, Michoacán) por diversos artículos entre los que se
encontraban “tres libras de arroz” (año 1570) y “cuatro libras
de arroz” con valor de 4 tomines la libra (2 pesos, en 1583).
El
primero de los tres expedientes, genera dudas sobre la manera en que
el arroz llego a poder del comerciante, lo más lógico, es que lo
hallan traído del lejano puerto de Veracruz, primero a la ciudad de
México y posteriormente a la Alcaldía Mayor de la Villa de Colima y
los otros dos nos hacen sospechar de que la compra del arroz, que
usaron en la preparación de sus comidas las antiguas mujeres
colimenses era desembarcado en el puerto de Salagua, cada año,
cuando llegaba el Galeón de Manila.
Siguiendo
la pista de la historia del arroz en México; partimos de la ciudad
de Colima con rumbo al sureste y después de atravesar todo el
litoral michoacano y la mayor parte de la Costa Grande de Guerrero,
llegamos al pueblo de Atoyac, situado a 615 kilómetros de distancia.
Muy
cerca de allí, a 32 kilómetros en dirección noreste, entre las
montañas; se encuentra una ranchería llamada San Francisco del
Tibor, fundada supuestamente en 1897 por Don Gumersindo Blanco y su
esposa Maria de Jesús, no me atrevo a discutir este punto, porque no
existen pruebas que afirmen o desmientan lo que escribió el Sr.
Gonzalo Blanco Jaimes (q.e.p.d) a quien respeto y admiro por haber
realizado la mejor crónica que existe de su pueblo.
Lo
que si es necesario aclarar es que el tibor que encontraron,
perteneció a uno de los filipinos que vivieron en el Barrio de San
Francisco, antecesor del pueblo actual, del que existen documentos
que prueban su existencia entre los años de 1668 y 1723, en esta
última fecha se pierde la datación histórica de aquel viejo pueblo
de inmigrantes asiáticos que nos dejaron como recuerdo y herencia la
técnica agrícola del cultivo del arroz en las montañas, en las que
implantaron para lograrlo el sistema de terrazas, que muy
probablemente aprendieron en la provincia de Ifugao de su tierra
natal.
En
el Archivo Histórico del Obispado de Michoacán, se encuentran los
libros de diezmos de la Provincia de Zacatula que cubren el período
de tiempo de 1630 hasta 1724 y en los que encontramos el dato de que
fueron los filipinos Joan Celigan (Juan Saligan en otros documentos),
Miguel Jerónimo y Domingo López, todos ellos del Barrio de San
Francisco; las primeras personas que sembraron arroz en el occidente
de México, durante el período de lluvias de 1688, entregando cada
uno en 1689, el diezmo correspondiente que transcribo a continuación.
Miguel
Jerónimo, una fanega y tres almudes.
Joan
Celigan, una fanega y cuatro almudes.
Domingo
López, diez almudes.
Cinco
años más adelante, se inició la siembra y cultivo del arroz en las
haciendas de los españoles situadas en los valles y planicies de la
zona costera y en 1695 dieron los siguientes diezmos.
Siprian
de Usabilla, dueño de las Haciendas de San Félix de Atoyac y las de
El Rosario y La Soledad entregó 3 fanegas.
Luis
de Figueroa, propietario de la Hacienda San Bartolomé de Petatlán,
una fanega.
Melchor
de Aguilar, dueño de una fracción de la Hacienda de San Luis de
Técpan, aportó 4 fanegas.
El
cultivo también se realizó en la Hacienda de Tetitlán, en la parte
correspondiente a Don Pedro de Miranda.
Para
1723 solamente las rancherías cercanas a Técpan, se dedicaron a
este rubro con un mayor rendimiento y cantidad de explotación de
terrenos lo que se refleja en las partidas recibidas por el
diezmatorio de Zacatula.
Tomás
de Salas y su compañero Joseph de la Cruz, aportaron 5 fanegas.
Felipe
Camacho 6 fanegas.
Juan
de Ordoñez y Joseph Duran 1 fanega cada uno.
Del
Estado de Guerrero, las técnicas de siembra, cuidados y cosecha del
arroz se dispersaron a las entidades federativas cercanas y después
a todo el país.
En
la actualidad, todavía algunas pequeñas comunidades dispersas entre
las montañas del municipio de Técpan, Guerrero; como Fincas Viejas
y El Potrero de Carlos siguen cultivando arroz para el autoconsumo,
utilizando pilones de madera para pilar (descascarar) los granos de
arroz a la manera antigua, como lo hicieron en 1688, los filipinos
Joan Celigan, Miguel Jerónimo y Domingo López que tienen derecho de
inscribir su nombre en la historia por haber sido los primeros
hombres en cultivar arroz en la Nueva España ahora conocida como
México.
Como
ya me canse de escribir, en lo que ustedes digieren toda esta
información, me sentare a la mesa para disfrutar de una rica comida
compuesta por frijoles de la olla, chiles jalapeños, queso y
morisqueta, esta última un platillo creado por los filipinos
transterrados que con el tiempo se convirtió en una parte de la
cultura culinaria de nuestro país.